Katherina Goregliad Psicóloga – Terapeuta

En las próximas líneas, se abordará el tema del compromiso y la fidelidad en la pareja y su repercusión en el disfrute sexual. Nos centraremos en los compromisos y/o acuerdos a los que se llegan para llevar una vida en basada en la fidelidad, a pesar de estar en la vorágine de la sociedad postmoderna. Asimismo, se analizará el efecto de la fidelidad en el ejercicio de la sexualidad.

La postmodernidad ha traído grandes cambios a nivel social. Se han creado vínculos sentimentales. superfluos donde el compromiso por el Otro se diluye fácilmente: vivimos tiempos líquidos. Es decir, las parejas construyen lazos sentimentales que permiten uniones y/o desunión sin dar mayores explicaciones. Simplemente me uno a ti para satisfacer mi deseo y luego te elimino de mi vida; todo ello, sin reclamos, sin complicaciones, sin compromiso. De esta manera, la pareja se consume uno al otro en términos mercantiles (amor de consumo)

Hoy ha muerto ese amor romántico donde se cortejaba a la pareja, donde se formaban alianzas, donde uno debía afrontar a los padres (probablemente futuros suegros) para explicarle las buenas intenciones al unirme con su hijo(a). En ese sentido, Paola Bonavitta[1] siguiendo a Giddens (1999) menciona el paso histórico del amor romántico al amor confluente, ambos completamente distintos, el primero más tradicional relacionado con una visión idílica de las relaciones afectivas, y el segundo, libre y prácticamente sin ataduras. Esto, considerándolo en un contexto donde todo se vuelve fugaz, inmediato y superficial.

En ese mundo postmoderno, las relaciones en pareja han virado a construir espacios donde el individualismo impera; no se piensa en el Otro como un ser-en-el mundo, sino como un pedazo de carne. Se ha mercantilizado el amor y las emociones de la pareja. Ahora todo tiene un precio (amor a la carta[2]) o todo responde a cubrir una necesidad que, normalmente, es de índole sexual. De ahí la frase “te engañé, pero solo fue sexo”

Un claro ejemplo de este amor líquido – como menciona Bauman[3] – son las relaciones que se dan a través del internet o haciendo uso de herramientas digitales como, por ejemplo, TINDER. Nos ponemos en la vitrina para que nos observen, analicen la mercadería y compren el producto; nos cosificamos. Nos volvemos objetos de consumo donde nuestra principal etiqueta es “úsame y bótame”. En este contexto, en la sociedad del consumo, el concepto de fidelidad queda anclado a un concepto utópico.

Ahondando en lo expuesto y reforzando los párrafos antecedentes, Bauman predice, así, “el fin de la era del compromiso mutuo” (Bauman: 2006); pues, la técnica principal de la vida instantánea es la huida, el escurrimiento, la elisión, el rechazo concreto de cualquier mantenimiento a largo plazo, el no involucramiento con responsabilidades que lleven a asumir consecuencias de cualquier índole. Es un proceso de individualización que genera una desintegración total de la trama social y se entiende como una necesidad de aislarse y de romper con todo vínculo humano; es decir, de des-solidificar o licuar las relaciones personales. Así, la sociedad de la modernidad líquida es inconsistente en sí misma y es incapaz de ofrecer sostén a cualquiera de los vínculos humanos.[4]

Entonces, respondiendo a nuestra primera premisa de ¿cómo la pareja realizar compromisos y/o acuerdos para llevar una vida en armonía y de fidelidad en una sociedad post moderna? Debemos decir que la transición de lo moderno a lo post, es inevitable. Debemos vivir la postmodernidad y sus consecuencias. De esta manera, y cerrando la puerta a una relación de consumo, la interiorización del valor que le damos a la pareja es lo ideal. No es valor monetario, sino lograr el bienestar emocional que podemos brindarnos. E decir, no ser un amor de consumo ni mucho menos tóxico, pues se debe respetar al ser amado. Debemos confluir en un mismo proyecto de vida. Solo así el compromiso será real, los lazos sólidos y perdurará la pareja en los tiempos líquidos de postmodernidad.

Sobre nuestra segunda premisa, respecto a la sexualidad y fidelidad en tiempos de postmodernidad, debemos decir que ahora este tema se vuelve un reto para la pareja. No obstante, debemos partir del supuesto de que ésta ya decidió no sucumbir a la fragilidad del amor líquido, es decir, nos comprometemos en un proyecto de vida: solidificamos el amor.

Bajo esa premisa, nos alejamos de los encuentros sexuales fugaces donde la integridad sexual está comprometida. Podemos tomar precauciones para evitar enfermedades de trasmisión sexual y/o embarazos no deseados, pero, a nuestro entender, el disfrute sexual será limitado. Por ejemplo, en un encuentro fugaz, podemos hacer sexo oral (El sexo oral implica usar la boca para estimular el pene (felación), la vagina (cunilingus) o el ano (anilingus), sin embargo, sabemos que hay probabilidades de contraer una ETS (enfermedad de trasmisión sexual) como sífilis, gonorrea, herpes, clamidia, etc[5].

Seamos sinceros. En un encuentro sexual fugaz, no se le pide al otro un certificado de VIH o de ETS. Simplemente nos dejamos llevar por el deseo sexual y realizamos el acto. Sin embargo, como parte del compromiso de la pareja, cuando hay respeto por el otro, ambos, en primer lugar, canalizan el deseo por el “cuidado por la vida” y se someten a pruebas clínicas que determinen el bienestar físico de ambos. Eso es responsabilidad en la sexualidad.

 En conclusión, son tiempos de cambios; son tiempos de modernidad líquida. Es inevitable que nuestra sociedad se vea sumergida en la vorágine de lo fugaz, del “usar y arrojar”. Es inevitable que haya encuentros sexuales solo para clamar necesidades. Es inevitable que haya falta de compromiso en la pareja y aumenten las infidelidades porque somos homos consumen (producto de la sociedad mercantilista de consumo por el consumo)

  • Bauman, Z. (2006), Amor Líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.

[1] Bonavitta, Paola. (2015). El amor en los tiempos de Tinder. Cultura y representaciones sociales, 10(19), 197-210. Recuperado en 22 de abril de 2019, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-81102015000200009&lng=es&tlng=es.

[2] Ídem

[3] Véase Amor Líquido: acerca de la fragilidad de los vínculos humanos

[4] Bauman, Z. (2006), Amor Líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.

[5] Organización Mundial de la Salud https://www.who.int/topics/sexually_transmitted_infections/es/